Hoy, en la fiesta de San Juan de Capistrano (23 octubre 2021), la Hermandad de Caballeros y Damas de la Santísima Trinidad cumple un año más de su establecimiento.
Allá en los salones del Santuario de Nuestra Señora de la Merced, un jueves de octubre de 2014 en la tarde, que era el día acostumbrado para la formación permanente y el catecumenado de los que comenzaban a acercarse a la comunidad, con un número de más de diez y menos de veinte, según mi memoria me alcanza a recordar con claridad, nacía el proyecto sin forma visible de lo que sería la Hermandad.
Ninguno de nosotros sabía con claridad que tipo de comunidad sería aquella con la que soñábamos, pero sí había una certeza: no queríamos quedarnos como católicos de banco dominical y nada más… Un deseo de crecer como fraternidad y de tener una experiencia comunitaria de oración era lo que más podía percibirse en aquellos días. Y así fue como pusimos manos a la obra.
El próximo domingo ya estábamos rezando en la Capilla privada de los Padres Paúles, que nos fue prestada para tal propósito. Todavía puedo recordar las caras de los que asistieron a aquel primer encuentro de oración, las fotos de aquel domingo no me dejarán mentir. Sin dudas había una alegría que venía no de nuestros buenos deseos solamente, aquel gozo fresco de domingo venía del Señor. Y así lo creímos.
Al pequeño grupo que se fue congregando cada domingo se fue añadiendo otro número de hermanos que habitualmente se congregaban en La Merced, esa Merced tan amada por tantos habaneros. Y todos los que llegaban venían persiguiendo, consciente o inconscientemente, la misma experiencia. Rápidamente tuvimos que abandonar la pequeña Capillita e instalarnos en la Capilla del Santísimo del Santuario, había más espacio para acoger a los que llegaban.
A aquellos espacios de oración, formación y de la Misa dominical, se agregó el espacio del “Ágape”, los retiros, los cursos de formación permanente, el apostolado de la misericordia con los más pobres que podíamos atender, las convivencias y cientos de experiencias.
Han pasado siete años de aquel comienzo tan sencillo y puro en fraternidad, y siempre lo recuerdo con añoranza y nostalgia. No una nostalgia como de quien ha perdido algo, no, para Dios nunca se pierda nada de lo que se comienza en su Nombre. La nostalgia de la que hablo es la propia de aquellos que han vivido experiencias únicas que marcan la propia historia como un hito de mármol que jamás se erosiona.
Hoy el Señor de la Historia ha querido permitir que me encuentre en una geografía distinta de aquella amada Isla que me vio nacer, pero el mismo Señor que ha permitido mantener viva la fe y los deseos de consagración en cada uno, o al menos en la mayoría, de los corazones que conocieron y siguen conociendo esta experiencia de comunidad de fe que llamamos “Hermandad”. Sigue bendiciendo esta pequeña plantita en el inmenso jardín del Reino y ha querido expandir sus semillas allende los mares.
Hoy, a siete años de aquellos primeros pasos, podemos decir con el salmista “el Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres.” El Señor ha estado más que grande con nosotros, ha estado infinito para bendecirnos y manifestarnos su amor, que es sin medida. Y por ello quiere hacernos participar en la infinitud de su Caridad.
Felicidades a todos los Caballeros y Damas de la Santísima Trinidad, felicidades a los miembros agregados y efectivos, a todos los Caballeros y Damas a distancia que se unen “místicamente” a misma “Milicia”, a los que se acercan por primera vez y a los que llevan años en la lucha por el Reino en esta pequeña parcela. Felicidades a todos los que con su generosidad colaboran también en esta obra, que no la queremos en pie si no es fundada en el Señor, quien es su origen, sostén y fin.
Dios les bendiga a todos abundantemente en este aniversario séptimo.
Quis ut Deus!?
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Con mi oración y cariño por todos, en Ntro. Señor y Su Ssma. Madre,
P. Rubén de la Trinidad O. Leyva
Caballero Maestro
Caballeros Trinitarios 