«Quis ut Deus»: el clamor del cielo frente a la soberbia

San Miguel Arcángel, protector de la Hermandad.

La divisa de la Hermandad de la Santísima Trinidad —«Quis ut Deus?»— se remonta a la etimología hebrea del nombre Miguel (Mi-kha-el), que significa literalmente «¿Quién como Dios?» (cf. Estatutos, n. 42). Esta exclamación no es meramente retórica, sino una afirmación de guerra espiritual. Según la tradición cristiana, cuando los ángeles rebeldes se alzaron con el grito de «non serviam», fue San Miguel quien los enfrentó con esta sentencia lapidaria, afirmando el primado absoluto de Dios ante cualquier criatura que pretendiera ocupar su lugar.

La fuerza de esta pregunta —que en realidad no espera respuesta— radica en su carácter confrontativo y afirmativo a la vez. En un mundo que muchas veces glorifica la autonomía sin Dios, esta frase devuelve al creyente al orden divino: nada ni nadie puede ser comparado con el Altísimo. Como enseña el libro del Éxodo, cuando Moisés preguntó por el nombre de Dios, el Señor respondió: «Yo soy el que soy» (Ex 3, 14), expresión que marca la radical diferencia entre el Creador y toda criatura. «Quis ut Deus» hace eco de esta revelación, recordando al alma que su lugar está en la adoración, no en la autoidolatría.

Este lema es también un escudo espiritual. Para quienes forman parte de la Milicia Trinitaria, pronunciar «¿Quién como Dios?» es asumir el combate cotidiano contra el mal, no solo en su dimensión exterior, sino también contra las insidias del propio orgullo, la soberbia y la tentación de autosuficiencia. En este sentido, la exclamación se convierte en oración, en acto de humildad, en grito de fidelidad: quien lo dice con el corazón, toma partido con San Miguel, no solo en la lucha apocalíptica, sino también en la batalla interior de cada día.

Mística contemplativa y combate espiritual

El lema no es solo una consigna bélica; también tiene una dimensión contemplativa profundamente teológica. Tal como indica el documento de la Hermandad, esta expresión “más que una descripción de la esencia Divina, es una declaración desafiante de su insondable e innombrable Misterio” (Estatutos, n. 43). No se trata de definir a Dios, sino de postrarse ante su misterio. En esta línea, la exclamación se une al silencio reverente de quien ha tenido la experiencia de lo sagrado y ha comprendido que cuanto más se revela Dios, más se oculta a los sentidos.

San Pablo expresa esta paradoja en su primera carta a Timoteo, al referirse a Dios como “el único que posee la inmortalidad y habita en una luz inaccesible” (1 Tim 6, 16). Así, el lema nos ubica ante la trascendencia divina con una actitud de adoración y asombro. La espiritualidad trinitaria de la Hermandad no busca poseer a Dios, sino ser poseída por Él; no busca comprenderlo por completo, sino amarlo sin medida. Y ese amor se alimenta de la certeza de que nadie es como Dios, ni siquiera quien pretende ocupar su lugar.

La contemplación que brota del «Quis ut Deus» se convierte en impulso misionero y en motor de testimonio. El alma que ha reconocido su pequeñez frente a Dios no puede menos que rendirse y servir. El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que “la fe es ante todo una adhesión personal del hombre a Dios” (CEC, n. 150), y esta adhesión se manifiesta en actos concretos de fidelidad, de obediencia y de entrega. Por tanto, la mística del lema es una escuela de humildad, pero también de misión.

Un lema para la milicia del tiempo presente

La Trinidad, modelo de comunidad para responder a las exigencias del mundo moderno.

La elección de «Quis ut Deus» como divisa de la Hermandad no responde únicamente a la veneración por San Miguel Arcángel, su protector, sino que expresa la vocación esencial de sus miembros como milicia del bien en medio del combate espiritual de nuestro tiempo. Esta milicia no es violenta ni política, sino profundamente evangélica: se libra con la armadura de la fe (cf. Ef 6, 10-17), con la espada del Espíritu, que es la Palabra de Dios, y con la oración constante en el Espíritu.

En un contexto cultural marcado por el relativismo, el hedonismo y el olvido de Dios, la pregunta «¿Quién como Dios?» se transforma en una respuesta profética. Frente a los nuevos ídolos —el dinero, el poder, el ego, la tecnología sin ética— la Hermandad proclama que solo Dios es absoluto, y que toda la creación está llamada a vivir en comunión con Él. Por eso, la divisa se convierte en un compromiso: vivir de cara a Dios, resistiendo al mal y anunciando su Reino. Como recuerda el papa Francisco:

El combate espiritual, entonces, nos conduce a mirar desde cerca aquellos vicios que nos encadenan y a caminar, con la gracia de Dios, hacia aquellas virtudes que pueden florecer en nosotros, llevando la primavera del Espíritu a nuestra vida” (Audiencia General, 3 de enero, 2024).

En esta lucha, el lema «Quis ut Deus» no solo inspira, sino que orienta y fortalece. Es una declaración de identidad, una consagración de vida, una señal de que el corazón del caballero o dama de la Santísima Trinidad ya ha elegido su bando.

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