Homilía en la Fiesta de Santa Catalina de Siena (29 de abril)

Queridos hermanos y hermanas, hoy celebramos la fiesta de Santa Catalina de Siena, una de las grandes santas y doctoras de la Iglesia. Catalina nació en el siglo XIV en Italia, en una época en la que la Iglesia y la sociedad estaban en crisis. Sin embargo, ella supo responder al llamado de Dios y se convirtió en una líder espiritual y una voz profética para su tiempo.

Desde muy joven, Catalina sintió una fuerte atracción hacia la oración y el servicio a los demás. A los dieciséis años, entró a formar parte de la Tercera Orden Dominica y dedicó su vida a la oración, la penitencia y el cuidado de los enfermos y necesitados. Pero su verdadero llamado era el de la contemplación y la unión con Dios.

Catalina tuvo experiencias místicas profundas y llegó a ser conocida como una de las grandes místicas de la Iglesia. En una de esas experiencias, tuvo una visión en la que se le apareció Jesús y le entregó un anillo, como signo de su unión con él. A partir de ese momento, Catalina se sintió llamada a llevar la palabra de Dios al mundo y a trabajar por la reforma de la Iglesia.

En una época en la que la Iglesia estaba dividida por el Cisma de Occidente y los conflictos políticos, Catalina se convirtió en una voz profética que abogaba por la unidad de la Iglesia y la renovación espiritual. Escribió cartas a los líderes de la Iglesia y a los gobernantes de su tiempo, exhortándoles a la conversión y a la búsqueda de la paz y la justicia.

Catalina fue una mujer valiente y decidida, que no temía enfrentarse a los poderosos y denunciar las injusticias. Se convirtió en una consejera y guía espiritual para muchos, incluyendo al Papa Gregorio XI, al que instó a regresar a Roma desde Aviñón y restaurar la autoridad papal.

Pero lo que más caracterizó la vida y la espiritualidad de Santa Catalina fue su amor a Cristo y su pasión por la Cruz. Para ella, la Cruz era el camino hacia la unión con Dios y la fuente de la salvación. En una de sus cartas, escribió: «Oh Cruz, yo te amo, porque en ti encuentro a mi Esposo. Oh Cruz, tú eres mi paraíso, porque en ti está mi Dios».

Queridos hermanos y hermanas, la vida de Santa Catalina de Siena nos muestra que Dios sigue llamando a hombres y mujeres valientes y apasionados que están dispuestos a responder a su llamado y a trabajar por la renovación de la Iglesia y la sociedad. Como ella, podemos buscar la unión con Dios a través de la oración y la contemplación, y llevar la palabra de Dios al mundo a través de nuestro testimonio de vida y nuestra acción evangelizadora.

Pidamos a Santa Catalina de Siena que interceda por nosotros y nos ayude a vivir nuestra fe con la misma pasión y entrega que ella vivió la suya. Que su ejemplo nos inspire a ser verdaderos discípulos y misioneros de Cristo, dispuestos a llevar el amor y la verdad de Dios a todos.

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