Homilía en la fiesta de San Atanasio (2 de mayo)

Hoy celebramos la fiesta de San Atanasio, uno de los grandes defensores de la fe en la Iglesia primitiva. San Atanasio fue obispo de Alejandría y es conocido por su lucha incansable en defensa de la divinidad de Cristo contra las herejías que negaban esta verdad fundamental de nuestra fe.

En su tiempo, muchos negaban que Jesucristo fuera verdadero Dios y verdadero hombre. Algunos argumentaban que Jesús era simplemente un hombre excepcional, mientras que otros afirmaban que era un ser creado por Dios, pero no Dios mismo. Pero San Atanasio sabía que la fe cristiana exige que creemos en la plena divinidad de Cristo, y que Él es una sola persona divina con dos naturalezas, humana y divina.

San Atanasio nació alrededor del año 296 en Alejandría, Egipto. Fue educado en la escuela catequética de Alejandría y, a los 21 años, fue ordenado diácono por el obispo de Alejandría, Alejandro.

En el año 325, Atanasio fue enviado a Nicea como secretario de Alejandro para participar en el Concilio de Nicea, que se convocó para combatir la herejía de Arrio. Durante el Concilio, Atanasio fue uno de los principales defensores de la doctrina de la Trinidad y de la divinidad de Cristo, y ayudó a redactar la Confesión de Fe de Nicea, o sea, parte del Credo que rezamos cada domingo.

En el año 328, Atanasio fue nombrado obispo de Alejandría, y pronto se convirtió en un líder destacado en la Iglesia. Sin embargo, durante su época como obispo, Atanasio se enfrentó a fuertes oposiciones y controversias, debido a su defensa intransigente de la ortodoxia cristiana.

Atanasio se opuso a las enseñanzas de Arrio, que afirmaban que Cristo era un ser creado y no divino. Esta controversia llevó a su destitución del cargo de obispo en cinco ocasiones y a su exilio en varias ocasiones. Pero Atanasio no cedió ante la presión y se mantuvo firme en su defensa de la fe ortodoxa.

En su tiempo de exilio, Atanasio continuó trabajando para defender la fe cristiana y escribió muchas obras teológicas, incluyendo «Contra los herejes» y «La encarnación del Verbo de Dios». Estas obras ayudaron a establecer la doctrina de la Trinidad y la divinidad de Cristo como verdades fundamentales de la fe cristiana.

Finalmente, en el año 346, Atanasio regresó a su cargo de obispo en Alejandría y continuó trabajando en la defensa de la fe hasta su muerte en el año 373. A pesar de las persecuciones y controversias, Atanasio dejó un legado duradero como defensor de la ortodoxia cristiana y de la verdad de la divinidad de Cristo.

Hoy, San Atanasio es recordado como uno de los grandes padres de la Iglesia y como un modelo de valentía y perseverancia en la defensa de la fe. Su ejemplo sigue inspirando a los cristianos de todo el mundo a defender la ortodoxia cristiana y a vivir sus vidas en conformidad con la verdad de la fe cristiana.

San Atanasio no cedió ante la presión de la opinión popular o de los poderosos de su tiempo. Él sabía que la fe en la divinidad de Cristo era esencial para nuestra salvación, porque sólo un Dios verdadero podía reconciliarnos con el Padre y redimirnos de nuestros pecados.

En este día de la fiesta de San Atanasio, pidamos su intercesión y su ejemplo de valentía y perseverancia en la defensa de la fe. Que podamos ser fieles a la verdad de la divinidad de Cristo y que podamos ser testigos vivos de la verdad de nuestra fe en nuestras propias vidas. Que el ejemplo de San Atanasio nos inspire a todos a vivir nuestra fe con valentía y perseverancia. Amén.

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