Nuestro espacio dedicado a la Inmaculada Madre de Dios, Reina de nuestra Milicia

Por Dainier Lazo Deus, CM.
Con sumo placer tomo este espacio del magazín para escribir de alguien especial. Sin lugar a dudas, para algunos cristianos e incluso para los que no lo son, existe una mujer que ha cautivado a muchos. Es una humilde mujer, nacida en un pequeño pueblo. No fue protagonista de una lucha de emancipación, no se rebeló contra los poderes establecidos. Fue, simplemente, una mujer de su tiempo y de su historia, con la mirada y el corazón puestos en Dios.
¿Qué le hizo ser tan reconocida? Sólo algo que para algunos parece sencillo pero para otros no, dijo «Sí» a Dios. Escogida de entre todas las mujeres para ser la portadora de la Esperanza, de la Nueva Alianza que Dios deseaba establecer con el hombre, llegó a convertirse en el Arca de la Salvación. E incluso la puerta por donde quiso Dios entrar al mundo. El nombre de esta mujer: Mariam o María.
¿Por qué nombrar a este espacio con uno de los títulos que las letanías le dan a María? Para responder voy a tomar algunos apuntes que podemos hallar en la Enciclopedia Católica Digital:
Ella es la entrada y el acceso a Dios, es la Puerta oriental del templo de la que habla el profeta, porque por allí nos llegó Jesús,… Y es a la vez, «la puerta dorada del cielo por la que confiamos entrar algún día en el descanso de la eterna bienaventuranza». A través de María encontramos siempre a Jesús.
San Alfonso Mª de Ligorio afirma que María es Puerta del Cielo porque, de la misma forma que toda gracia e indulto que otorga el Rey pasa por la puerta de su palacio, de igual modo ninguna gracia desciende del Cielo a la tierra sin pasar por las manos de María.
El título de Puerta del Cielo le conviene a la Virgen por su íntima unión con su Hijo y por cierta participación en la plenitud de poder y de misericordia que deriva de Cristo, Nuestro Señor. Él es, por derecho propio y principal, el camino y la entrada a la gloria, ya que con su Pasión y Muerte nos abrió las puertas del Cielo, antes cerradas. A María la llamamos Puerta del Cielo porque, con su Intercesión omnipotente, nos procura los auxilios necesarios para llegar al Cielo y entrar hasta el mismo trono de Dios, donde nos espera nuestro Padre.
Además, ya que por esa puerta celestial nos llegó Jesús, vayamos a Ella para encontrarle, pues «María es siempre el camino que conduce a Cristo. Cada encuentro con Ella se resuelve necesariamente en un encuentro con Cristo mismo. Qué otra cosa significa el continuo recurso a María, sino un buscar entre sus brazos, en Ella y por Ella y con Ella, a Cristo, nuestro Salvador”. Siempre, como los Magos en Belén, encontramos a Jesús con María, su Madre. Por eso se ha dicho en tantas ocasiones que la devoción a la Virgen es señal de predestinación. Ella cuida de que sus hijos acierten con la senda que lleva a la Casa del Padre. Y si alguna vez nos desviamos, utilizará sus recursos poderosos para que retornemos al buen camino, Y nos dará su mano -como las madres buenas- para que no nos desviemos de nuevo. Y si hemos caído, nos levantará, y nos arreglará una vez más para que estemos presentables ante su Hijo[1].
Habiendo leído lo anterior, cómo no llamarle a este espacio “La Puerta del Cielo”. Que sea así como una antesala del Reino. Es la idea que se tiene con este espacio y que, Dios mediante, pueda ser del agrado de todos los que la reconocen como verdadera Madre.
Con estos buenos deseos les invito a todos los Caballeros y Damas de la Santísima Trinidad a intensificar su amor y confianza en nuestra Madre Inmaculada, la Reina de la Milicia Trinitaria, y a que nuestro afecto y devoción por la que es “Puerta del Cielo” nos lleve a un compromiso más concreto en obras que busquen adelantar el Reino de su amado Hijo, del cual ella misma es una primicia consumada. En el próximo número seguiremos con más.
¡Ave María Purísima!
[1]EnciclopediaCatólica/FICHAS/ORACION/HABLAR/TEMAS_02_novena_y_fiesta_inmaculada.htm/Puerta del Cielo.
Cfr.: https://www.mariologia.org/devociones/devocionesnovenasalainmaculada09.htm